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Junta de Gobierno
Se encuentra emplazada en lo que fue la antigua Plaza de Armas del Castillo, entre las construcciones pertenecientes a la fortificación islámica (primera mitad del siglo XIII). La Ermita de Nuestra Señora del Castillo es uno de los exponentes más representativos de la arquitectura religiosa mudéjar de Andalucía Occidental. Tal es así, que fue declarada Monumento Nacional de Interés Histórico-Artístico en 1931.
Desde el punto de vista cronológico, la ermita ha sido asignada a diferentes períodos históricos según los autores. Así, aunque no faltan los estudios que consideran que su origen se encuentra en una mezquita (Bellido, 1985, p. 297) la mayoría de los investigadores la incluyen dentro del grupo de iglesias de evidente influjo mudéjar (Angulo, 1983, p. 98) e incluso algunos de ellos la adscriben a una etapa ya avanzada, fechándola en el tercer cuarto del siglo XIV (Morales et alli, 1981, p. 342).
La iglesia es de planta rectangular, constando de tres naves (nave Principal, nave de la Epístola y nave del Evangelio) separadas por ejes de arcos de herradura levemente apuntados que se apean sobre pilares de sección rectangular y esquinas achaflanadas. A los pies de la nave central se dispone la primitiva entrada del templo, de arco de herradura apuntado, y que ha permanecido cegada hasta la reciente restauración del edificio (Enero de 2003).
Su cabecera es plana con tres ámbitos independientes destinados a presbiterio, sacristía y capilla secundaria. La capilla mayor comunica con la nave central mediante un esbelto arco apuntado, presentando un espacio interior cubierto por una bóveda de arista. Por el contrario, las laterales se hallan separadas por arcos de medio punto, contando la de la cabecera de la nave del Evangelio con una bóveda ochavada sobre trompas con decoración de lacería simple y la de la Epístola con una bóveda vaída con pinturas al fresco. Igualmente, a ambos lados de las naves laterales se hallan dos capillas de planta cuadrada, que ostentan bóvedas semiesféricas sobre pechinas.
La planta actual es fruto de diversas actuaciones y reformas, transcurridas a lo largo de su dilatada historia. En un origen la Iglesia debió ser un edificio exento de tres naves divididas por ejes de tres arcos sustentados por seis pilares. Su cabecera era plana y tripartita, si bien hay autores (Angulo, 1983, p. 101) que dudan de la antigüedad de las dos capillas situadas a ambos lados de la mayor.
Las primeras obras documentadas se remontan al primer tercio del siglo XVI. Era tal el estado de abandono de la Ermita, que el visitador en 1532 hubo de mandar sacar las higueras que habían crecido en los muros y renovar por completo la techumbre. A este mismo siglo parece pertenecer el levantamiento de las primeras construcciones adosadas a la espalda del templo, destinadas al guarda o santero.
Del siglo XVII parecen proceder algunas reformas puntuales (arreglo de la capilla de cabecera de la nave del Evangelio) y el embellecimiento del interior con la incorporación de algunos retablos (entre los que destaca el de la capilla mayor) y elementos auxiliares (rejas, etc…).
Al siglo XVIII se asignan múltiples arreglos y mejoras, entre ellas la construcción de dos capillas laterales situadas en los lados de la Epístola y el Evangelio respectivamente. También se procedió a reparar la capilla de la cabecera de la nave de la Epístola y posteriormente, se llevó a cabo una nueva sustitución en la techumbre de la Ermita. Es probable que dentro de este amplio expediente de obras se acometiera el cierre de la primitiva entrada de arco de herradura situada a los pies del templo, instalando en este muro de cierre un coro elevado, que fue derribado en 1815 por hallarse en estado de ruina.
Con el traslado a Lebrija en 1801 de la Congregación de Sacerdotes Seculares de San Isidoro, más conocidos como Padres Oblatos, el Ayuntamiento les cedió parte de los terrenos del antiguo castillo, quedando la Ermita incluida dentro de los mismos. A pesar de que en torno a ella se emprendieran las obras de edificación de su nuevo convento, no se han hallado hasta la fecha ninguna constancia documental de la existencia de reformas importantes en el interior del templo, quizá debido a la propia brevedad de su estancia (hasta 1809), pasando la concesión tras su marcha a manos de los Propios de la Villa.
Recientemente ha sido restaurada debido al mal estado de conservación. Dicha restauración consistió en la consolidación y el saneamiento de los muros y bóvedas, la sustitución y reproducción de las cubiertas de madera en mal estado, eliminación de humedades y otras patologías, reapertura de antiguos vanos y puertas, recuperación de pinturas murales, recreación de acabados y revestimientos preexistentes, etc… Tal restauración comenzó a principios del año 2000 y concluyó el 26 de Enero de 2003, gracias a las donaciones de los lebrijanos y a la estrecha colaboración entre el Excmo. Ayuntamiento de Lebrija y la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna y Ntra. Señora del Castillo.
La Ermita del Castillo no sólo destaca por su innegable valor arquitectónico, sino también por el riquísimo patrimonio histórico-artístico que alberga en su interior. Es por ello, y por lo desconocido para el público en general, que parece conveniente al menos relacionar y describir brevemente todas y cada una de estas obras de arte.
La cabecera de dicha nave está ocupada por el Presbiterio y Altar Mayor de Ntra. Sra. del Castillo. Retablo Mayor de madera dorada policromada con columnas salomónicas construido entre los años 1633 y 1659. Consta de banco, un cuerpo, tres calles y ático. El camarín, donde se encuentra la imagen de Ntra. Sra. del Castillo, fue embutido en 1751. Decorado con motivos florales y cabezas de ángeles, se encuentra rematado por torre de castillo. A ambos lados del camarín, en las calles laterales se encuentran tallas de San Benito y San Roque (S. XVIII) y en el banco, custodiando el sagrario, tallas de San Pedro y San Pablo (S. XVII). Forman parte del conjunto además cinco óleos de distinta época: la Anunciación y la Visitación (S. XVII), la Huída a Egipto y la Presentación en el Templo (S. XVIII) y rematando el ático la Purísima Concepción (época moderna). En la puerta del sagrario hay una pintura del Niño Divino abrazado a la Cruz, de muy buena factura. Cierra la capilla una verja de hierro forjado del S. XVIII.
La cabecera de la nave está dedicada a Santa Catalina. Acoge la talla de Sta. Catalina, de madera dorada y policromada, realizada por el artista lebrijano Juan Santamaría Navarro. Actualmente permanece dentro de un camarín (S. XVII), que perteneció al retablo de la Virgen del Castillo. En hornacinas de las paredes laterales se encuentran tallas de San Agustín, San Pedro y Santa María Magdalena (S. XVIII). Cierra la capilla una reja de madera policromada con arco de medio punto, reAlizada por el artista lebrijano Matías José Navarro.
La capilla lateral, con ventana descubierta en la última restauración y cerrado con cristal o piedra de alabastro, está ocupada hoy día por el Santísimo Cristo de las Cinco Llagas (talla valiosísima del S. XIV), perteneciente a la Hermandad del Santo Sepulcro. Yacente en urna de madera de caoba y cristal, se venera sobre mesa-altar de reciente construcción.
La cabecera de dicha nave es la que actualmente preside la Capilla de Ntro. Padre Jesús Atado a la Columna. El altar donde es venerado es de reciente construcción. Combina mármoles Travertino y Emperador, y fue realizado y donado por Manuel Fernández Barrones en Diciembre de 2004. En la misma capilla y en hornacina lateral se encuentra una escultura barroca de San Francisco de Asís (S. XVII) de madera policromada.
En la capilla lateral de dicha nave, se encuentra el retablo dedicado a San Pedro. Consta de banco con sagrario, un cuerpo y tres calles. En las calles laterales, esculturas barrocas policromadas de San Leandro y San Isidoro (S. XVIII). En el centro talla de San Pedro Sedente (S. XVII).
A lo largo de las de las paredes laterales de las naves se encuentran repartidos pequeños cuadros en relieve con escenas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
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