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C/ Condesa de Lebrija S/N
41740 - Lebrija (Sevilla)
Se encuentra emplazada en lo que fue la antigua Plaza de Armas del Castillo, entre las construcciones pertenecientes a la fortificación islámica (primera mitad del siglo XIII). La Ermita de Nuestra Señora del Castillo es uno de los exponentes más representativos de la arquitectura religiosa mudéjar de Andalucía Occidental. Tal es así, que fue declarada Monumento Nacional de Interés Histórico-Artístico en 1931.
Desde el punto de vista cronológico, la ermita ha sido asignada a diferentes períodos históricos según los autores. Así, aunque no faltan los estudios que consideran que su origen se encuentra en una mezquita (Bellido, 1985, p. 297) la mayoría de los investigadores la incluyen dentro del grupo de iglesias de evidente influjo mudéjar (Angulo, 1983, p. 98) e incluso algunos de ellos la adscriben a una etapa ya avanzada, fechándola en el tercer cuarto del siglo XIV (Morales et alli, 1981, p. 342).
La iglesia es de planta rectangular, constando de tres naves (nave Principal, nave de la Epístola y nave del Evangelio) separadas por ejes de arcos de herradura levemente apuntados que se apean sobre pilares de sección rectangular y esquinas achaflanadas. A los pies de la nave central se dispone la primitiva entrada del templo, de arco de herradura apuntado, y que ha permanecido cegada hasta la reciente restauración del edificio (Enero de 2003).
Su cabecera es plana con tres ámbitos independientes destinados a presbiterio, sacristía y capilla secundaria. La capilla mayor comunica con la nave central mediante un esbelto arco apuntado, presentando un espacio interior cubierto por una bóveda de arista. Por el contrario, las laterales se hallan separadas por arcos de medio punto, contando la de la cabecera de la nave del Evangelio con una bóveda ochavada sobre trompas con decoración de lacería simple y la de la Epístola con una bóveda vaída con pinturas al fresco. Igualmente, a ambos lados de las naves laterales se hallan dos capillas de planta cuadrada, que ostentan bóvedas semiesféricas sobre pechinas.
La planta actual es fruto de diversas actuaciones y reformas, transcurridas a lo largo de su dilatada historia. En un origen la Iglesia debió ser un edificio exento de tres naves divididas por ejes de tres arcos sustentados por seis pilares. Su cabecera era plana y tripartita, si bien hay autores (Angulo, 1983, p. 101) que dudan de la antigüedad de las dos capillas situadas a ambos lados de la mayor.
Las primeras obras documentadas se remontan al primer tercio del siglo XVI. Era tal el estado de abandono de la Ermita, que el visitador en 1532 hubo de mandar sacar las higueras que habían crecido en los muros y renovar por completo la techumbre. A este mismo siglo parece pertenecer el levantamiento de las primeras construcciones adosadas a la espalda del templo, destinadas al guarda o santero.
Del siglo XVII parecen proceder algunas reformas puntuales (arreglo de la capilla de cabecera de la nave del Evangelio) y el embellecimiento del interior con la incorporación de algunos retablos (entre los que destaca el de la capilla mayor) y elementos auxiliares (rejas, etc…).
Al siglo XVIII se asignan múltiples arreglos y mejoras, entre ellas la construcción de dos capillas laterales situadas en los lados de la Epístola y el Evangelio respectivamente. También se procedió a reparar la capilla de la cabecera de la nave de la Epístola y posteriormente, se llevó a cabo una nueva sustitución en la techumbre de la Ermita. Es probable que dentro de este amplio expediente de obras se acometiera el cierre de la primitiva entrada de arco de herradura situada a los pies del templo, instalando en este muro de cierre un coro elevado, que fue derribado en 1815 por hallarse en estado de ruina.
Con el traslado a Lebrija en 1801 de la Congregación de Sacerdotes Seculares de San Isidoro, más conocidos como Padres Oblatos, el Ayuntamiento les cedió parte de los terrenos del antiguo castillo, quedando la Ermita incluida dentro de los mismos. A pesar de que en torno a ella se emprendieran las obras de edificación de su nuevo convento, no se han hallado hasta la fecha ninguna constancia documental de la existencia de reformas importantes en el interior del templo, quizá debido a la propia brevedad de su estancia (hasta 1809), pasando la concesión tras su marcha a manos de los Propios de la Villa.
Recientemente ha sido restaurada debido al mal estado de conservación. Dicha restauración consistió en la consolidación y el saneamiento de los muros y bóvedas, la sustitución y reproducción de las cubiertas de madera en mal estado, eliminación de humedades y otras patologías, reapertura de antiguos vanos y puertas, recuperación de pinturas murales, recreación de acabados y revestimientos preexistentes, etc… Tal restauración comenzó a principios del año 2000 y concluyó el 26 de Enero de 2003, gracias a las donaciones de los lebrijanos y a la estrecha colaboración entre el Excmo. Ayuntamiento de Lebrija y la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna y Ntra. Señora del Castillo.
La Ermita del Castillo no sólo destaca por su innegable valor arquitectónico, sino también por el riquísimo patrimonio histórico-artístico que alberga en su interior. Es por ello, y por lo desconocido para el público en general, que parece conveniente al menos relacionar y describir brevemente todas y cada una de estas obras de arte.
La cabecera de dicha nave está ocupada por el Presbiterio y Altar Mayor de Ntra. Sra. del Castillo. Retablo Mayor de madera dorada policromada con columnas salomónicas construido entre los años 1633 y 1659. Consta de banco, un cuerpo, tres calles y ático. El camarín, donde se encuentra la imagen de Ntra. Sra. del Castillo, fue embutido en 1751. Decorado con motivos florales y cabezas de ángeles, se encuentra rematado por torre de castillo. A ambos lados del camarín, en las calles laterales se encuentran tallas de San Benito y San Roque (S. XVIII) y en el banco, custodiando el sagrario, tallas de San Pedro y San Pablo (S. XVII). Forman parte del conjunto además cinco óleos de distinta época: la Anunciación y la Visitación (S. XVII), la Huída a Egipto y la Presentación en el Templo (S. XVIII) y rematando el ático la Purísima Concepción (época moderna). En la puerta del sagrario hay una pintura del Niño Divino abrazado a la Cruz, de muy buena factura. Cierra la capilla una verja de hierro forjado del S. XVIII.
La cabecera de la nave está dedicada a Santa Catalina. Acoge la talla de Sta. Catalina, de madera dorada y policromada, realizada por el artista lebrijano Juan Santamaría Navarro. Actualmente permanece dentro de un camarín (S. XVII), que perteneció al retablo de la Virgen del Castillo. En hornacinas de las paredes laterales se encuentran tallas de San Agustín, San Pedro y Santa María Magdalena (S. XVIII). Cierra la capilla una reja de madera policromada con arco de medio punto, reAlizada por el artista lebrijano Matías José Navarro.
La capilla lateral, con ventana descubierta en la última restauración y cerrado con cristal o piedra de alabastro, está ocupada hoy día por el Santísimo Cristo de las Cinco Llagas (talla valiosísima del S. XIV), perteneciente a la Hermandad del Santo Sepulcro. Yacente en urna de madera de caoba y cristal, se venera sobre mesa-altar de reciente construcción.
La cabecera de dicha nave es la que actualmente preside la Capilla de Ntro. Padre Jesús Atado a la Columna. El altar donde es venerado es de reciente construcción. Combina mármoles Travertino y Emperador, y fue realizado y donado por Manuel Fernández Barrones en Diciembre de 2004. En la misma capilla y en hornacina lateral se encuentra una escultura barroca de San Francisco de Asís (S. XVII) de madera policromada.
En la capilla lateral de dicha nave, se encuentra el retablo dedicado a San Pedro. Consta de banco con sagrario, un cuerpo y tres calles. En las calles laterales, esculturas barrocas policromadas de San Leandro y San Isidoro (S. XVIII). En el centro talla de San Pedro Sedente (S. XVII).
A lo largo de las de las paredes laterales de las naves se encuentran repartidos pequeños cuadros en relieve con escenas de la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo.
Todo comenzó hace siglos, cuando “….fue hallada al pié de un arrayán y traída con toda veneración y colocada en la capilla mayor…/…es el patrocinio y refugio de esta villa, en donde todos, no sólo los naturales, sino de otros lugares, y aún extranjeros, hayan consuelo y asilo en todas sus necesidades”. (párrafo extraído de “La Patria de Lebrija” del historiador lebrijano D. José Bellido Ahumada.)
Mucho antes de que el Papa Inocencio XI instituyera la fiesta del Dulce Nombre de María, en conmemoración de la Victoria obtenida contra los turcos sobre los muros de Viena, tenía la Virgen del Castillo una Cofradía de aquel título. Encontramos noticia por primera vez en una relación de las misas que se dijeron el año de 1641 por los hermanos difuntos.
En el acta de Cabildo del 19 de Abril de 1643 encontramos la primera referencia documentada de la consideración de la Virgen del Castillo como Patrona de Lebrija. Fue consecuencia de un decreto que S. M. publicó ese mismo año, en el que se ordenaba que “en todas las ciudades, villas y lugares se celebrara cada año una fiesta solemne a Ntra. Sra., sacando la imagen suya de más devoción que hubiera y se llevara en procesión a la Iglesia Mayor para hacer una novena con sermón”. Fue así como se acordó celebrar esa festividad “a la Virgen María Nuestra Señora del Castillo –dice el acta- que es la protectora y patrona de esta villa y por cuya intersección reciben particulares favores de Nuestro Señor”.
A inicios del siglo XVII, la Virgen del Castillo ya acompañaba en Semana Santa al Crucificado, hoy titular del Santo Entierro, junto al cual conformaba una cofradía de carácter penitencial titulada de las Llagas de Nuestro Señor Jesucristo o Cinco Llagas y cuya estación penitencial en lugar en la tarde noche del Jueves Santo, con la participación de disciplinantes.
Aquella era un única cofradía, con doble vertiente, pues la celebración de sus diferentes festividades las detalla unas reglas aprobadas en 1641, fecha tomada como la de su fundación.
Por la poderosa intersección de Nuestra Señora, que oyó el grito de angustia lanzado por los lebrijanos: “Madre mía del Castillo, salvadnos”, se libró la población del espantoso cataclismo de 1º de Noviembre de 1775, conocido como el “Terremoto de Lisboa”. Agradecido a tan señalado favor, el Ayuntamiento la aclamó por Patrona de la Villa en el Cabildo celebrado el día 26 del mismo mes, oficializando lo que durante muchos años los lebrijanos y lebrijanas ya venían profesando.
La Virgen del Castillo estuvo procesionando en Semana Santa junto al Crucificado de las Cinco Llagas hasta 1771, año en el que se incorpora a la hermandad la bendita Imagen de Nuestro Padre Jesús Atado a la Columna.
A mediados del siglo XIX, se advierte en las Hermandades lebrijanas un cierto resurgir cofradiero. La concordancia, respetada durante algunos años, mostraba nuevos aires en las Hermandades de Lebrija, cuya resonancia también alcanzó a la del Castillo. Por mandato del Arzobispo, Don Gregorio López, según dejó ordenado en la visita girada a Lebrija en 1849, se elaboraron nuevas reglas para la Hermandad del Castillo, que acabó aprobando el Arzobispado en 1850. El reglamento, compuesto por cinco capítulos, obliga a la Hermandad a creer y defender el misterio de la Inmaculada Concepción, así como a recoger la cofradía antes del anochecer, siendo además necesario la obtención del permiso para que sus cofrades procesionasen con el rostro cubierto.
A finales de siglo, llegó por unos años a desintegrarse, tras la muerte de su entonces Hermano Mayor don Andrés Sánchez de Alba y Sánchez de Alba. Se reorganiza hacia 1908 al hacerse cargo de ella provisionalmente don José Sánchez de Alba López.
Sin lugar a dudas, el evento más sobresaliente del siglo XX tuvo lugar en 1955 al conmemorarse el bicentenario del voto de Patronazgo del Virgen del Castillo. El Excmo. Ayuntamiento de Lebrija, en sesión plenaria extraordinaria celebrada el 26 de Noviembre de dicho año, bajo la presidencia del entonces alcalde don Antonio Álvarez Aguilar, acordó ratificar, aclamar y declarar el nombramiento de Nuestra Señora la Virgen del Castillo Patrona de Lebrija.
Otra efeméride importante en la historia de esta hermandad es el de ser la primera de Lebrija (y posiblemente de España) en formar Cuadrillas de Hermanos Costaleros, desde el año 1966.
**Las fuentes consultadas para la elaboración de este breve esbozo histórico de la Hermandad, han sido:
“La Patria de Lebrija”. Edición de 1985. D. José Bellido Ahumada.
Escritos y estudios realizados por el historiador D. Julio Mayo.
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